Martin De La Guardia, Ricardo / Perez Sanchez, Guillermo Angel
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18,91 €Hace ahora diez años, con motivo del cincuentenario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, nos preguntábamos si al comenzar el siglo veintiuno seguirÃa la "familia humana" atenazada a las lacras que habÃan marcado las peores épocas de la pasada centuria: pobreza, injusticia, intolerancia, oscurantismo, segregación racial, fundamentalismo religioso, totalitarismo polÃtico, crÃmenes de Estado y conflictos bélicos de todo tipo. La respuesta que puede darse en la actualidad no invita al optimismo, aunque algo se haya avanzado como se demuestra en el caso de la antigua Europa del Este, ya que todavÃa parece lejano el momento en que todos los estados de la tierra apuesten decididamente por lograr la libertad, la justicia y el bienestar de sus pueblos y hagan de la Declaración Universal de los Derechos Humanos la norma básica de convivencia con respeto a todas las particularidades derivadas de la condición humana.El 10 de diciembre de 1948 -hace ahora sesenta años- la Declaración Universal de los Derechos Humanos fue aprobada mayoritariamente por los paÃses miembros de la ONU (cuarenta y ocho votos a favor, ocho abstenciones y dos ausencias), pero no pasó de ser una mera carta de intenciones que apelaba a la buena voluntad de los Estados para que se cumpliera en un momento especialmente crÃtico para la comunidad internacional. Por si esto fuera poco, el texto final de la Declaración Universal de los Derechos Humanos no recibió el apoyo de los paÃses socialistas (la Unión Soviética -con Ucrania y Bielorrusia-, Polonia, Checoslovaquia y Yugoslavia), que se abstuvieron en bloque, y lo mismo hicieron la Unión Sudafricana y Arabia SaudÃ. En realidad, este comportamiento demostraba las auténticas intenciones del bloque comunista -la URSS y sus satélites-, pero también las intenciones de la Sudáfrica segregacionista y de la monarquÃa islámica saudita, en el campo de los derechos humanos: silenciarlos, despreciarlos y violarlos sistemáticamente.