Descuento:
-5%Antes:
Despues:
14,25 €Se entrelaza prosa poética y verso en un universo onÃrico, irreal, borgiano cuyos personajes son litófilos, ciegos, mudos, verborreicos, fugitivos, buscadoresà En este libro hay dos libros cuyo vÃnculo es tan estrecho que casi es uno. En Leyendas topográficas se entrelaza prosa poética y verso en un universo de micromundos que surcan cada página. El narrador habla de lugares que conoce, de los que le han hablado, que intuye o vislumbra como la Isla Escondida o Isla Encubierta que «Brotaba y se hundÃa constantemente en el mar Atlántico». Daniel Bolado ha creado un mundo onÃrico, irreal, borgiano cuyos personajes son litófilos, ciegos, mudos, verborreicos, fugitivos, buscadoresà «aunque nadie busca un horizonte cuando se es parte de él». PodrÃan parecernos lejanos, sin embargo, los sentimos reales y próximos porque, a menudo, actúan como nosotros, «sin escuchar al que esta / al lado, / por escuchar lo que se dirÃa en otro sitio y en otro / momento». La delicadeza se mezcla con el humor negro en una reflexión sobre la vida donde las criaturas que pueblan las Leyendas topográficas libran una lucha inconsciente contra la extinción. Esto es lo que no pudieron evitar los protagonistas de la segunda parte del libro, titulada precisamente Historias de extinción que brota como un reflejo, como el eco de un espejo que ha sucumbido al paso del tiempo pues «A mitad de camino siempre está el final». 10. Entre las gotas del rocÃo existe un reino de cristal que sólo parpadeando se puede percibir. Nada se rompe en ese mundo. Sus habitantes son ligeros y silenciosos. Dentro, se es brillo o pluma, no hay más. Ahà lo brusco es un aleteo, un resplandor repentino. No hay miedo en esta fragilidad de vuelo y luz tenue. ORNITORRINCO Al ornitorrinco se le calificó de animal paradójico porque tenÃa tetillas de mamÃfero, pico de pato, patas palmeadas y ponÃa huevos. Estudiando su cuerpo disecado se llegó a la conclusión de que no existÃa, que era un truco, algo creado en el oriente, como las famosas sirenas que hacÃan los chinos con monos y cola de pez, cosidos de una manera tan sutil, que parecÃan reales. Menos mal que se dudó de su existencia durante muchos años, si no, tal vez, ya no existirÃan, como las sirenas, que se creyó tanto en ellas que no necesitaron existir para desaparecer.